Mateo Hernández nos recuerda que un bosque no es un bosque sin los movimientos de las plantas trepadoras y las hojas comidas por insectos, y que los chusques, que suelen ser considerados maleza, reúnen más vida de la que pensamos.
También anota que las flores tienen horarios favoritos y que algunos árboles vienen caminando desde muy lejos. Bosques tejidos recopila apuntes, refexiones y observaciones de un naturalista que nos invita a conservar y restaurar a la naturaleza desde una mirada sensible.