De la Biblioteca breve de literatura inútil de Italo Svevo, llega el Breve diccionario de enfermedades (y necedades) literarias, en espléndida traducción de José Brown y una inopinada, apócrifa y foruncular Apendicitis hispánica a cargo de la célebre hispanista Hilaria Schwarzenegger. Aciago fue el día en que Marco Rossari, famoso bibliófilo forense y diestro destripador con un historial despiadadamente herético y no menos sacrílego, decidió describir alfabéticamente los males que afligen a la literatura de su país y del universo mundo. No se haga ilusiones porque este diccionario es una sanguinaria escabechina: las vacas sagradas (de Dickens a Eco pasando por Calvino, Ginsberg, Céline, Camilleri o Foster Wallace) mueren como moscas y ni siquiera se salvan las alegorías, los puntos suspensivos o las anáforas. Insistimos: el ilustre doctor procede a una carnicería salvaje con la mejor de las intenciones terapéuticas, pero con estremecedoras consecuencias históricas. Cuando nada es sagrado, cuando hasta Goytisolo, Marsé, Benet, Ferlosio o Marías (hacinados todos en tan hispanófilo apéndice) caen del santoral y se parten la crisma, nuestra fe se derrumba.