explora las sensaciones, pensamientos y emociones que la ausencia detona. A través de una narrativa en primera persona y desde el punto de vista de un personaje femenino, el lector transita en el intricado camino de un proceso de duelo. Apelando a la metáfora de lo vegetal y el otoño, la autora construye escenarios donde flores deshojándose y calles empapadas por la lluvia, se convierten en símbolos del dolor y el extravío que dejan tras de sí una ruptura.
Por medio del contraste entre el blanco y negro, así como una elegante escala de grises, Idalia Candelas consigue hacer del silencio una imagen que representa el mundo interior de su personaje protagonista. En este sentido, la obra invita a romper la distancia con ella para aproximarnos a sus reflexiones, a la intimidad de su habitación, a la fragilidad de su desnudez o al bullicio de las personas que le rodean y cuya sonrisa se convierte en una afrenta que acentúa su soledad.