Cuentan que había un niño a quien no le gustaba escribir porque, según él, no servía para nada. Cuando intentó hacerlo, su letra era tan fea que a su maestra le dio un patatús, por eso prefería dibujar. Hasta que un día se encontró con una gran m y descubrió que escribir era muy importante y también divertido.
Cuentan que había un niño a quien no le gustaba escribir porque, según él, no servía para nada. Cuando intentó hacerlo, su letra era tan fea que a su maestra le dio un patatús, por eso prefería dibujar. Hasta que un día se encontró con una gran m y descubrió que escribir era muy importante y también divertido.