En esta novela se demuestra cómo los verdaderos talentos nunca dejan de buscar nuevos horizontes para sus obsesiones más perdurables. En una prosa de una contundencia sin parangón en el panorama de las letras europeas de hoy («cada frase tiene la fuerza de un aforismo», dijo de este libro un crítico francés), Nothomb muestra su extraordinaria capacidad para poner al descubierto la parte más oscura e inquietante de nuestra cotidianidad, incluso en la zona en la que más a salvo nos sentimos.
El empresario Jérôme Angust es informado de que su vuelo se retrasa. Para matar el tiempo se sumerge en la lectura de un libro, pero un inesperado interlocutor, Textor Texel, le dará conversación a pesar de su manifiesta resistencia.
Como es una novela de Nothomb, no sorprende que el inoportuno Texel tenga algo que contar que es mucho más terrorífico, intrigante y sugestivo que cualquier libro: durante su relato, la violación y el asesinato se perfilarán con nitidez cada vez mayor, y Textor se transformará en una abominable encarnación de todos los fantasmas de Angust, quien verá convertida su anodina espera en una aventura ominosa y alucinante, una pesadilla en la tibia vigilia de una terminal de aeropuerto. Después de Metafísica de los tubos muchos dudaron de que Nothomb, respetando su acostumbrado ritmo de una novela al año, pudiera mantenerse en ese altísimo nivel de calidad y de capacidad para conectar con el público lector. Los números hablaron por sí solos: Cosmética del enemigo se convirtió en el gran acontecimiento del otoño de 2001 en Francia, donde agotó en la primera semana una tirada de 150.000 ejemplares.
Y la crítica coincidió con el lector: una vez más, Nothomb se había superado a sí misma. «Negra como el chocolate belga» (Sergi Doria).
«Brutal historia que te golpea y te obliga a acabarte el libro en cuatro horas. Extraordinaria» (Albert Espinosa).