Ante las incoherencias que rodean el asesinato de Horacio, Rodolfo empieza a indagar. No importa hacia dónde dirija su mirada, siempre se topa con la turbia figura del senador Maldonado. Rodolfo y Horacio crecieron juntos en Puerto E.; allí recorrieron ciénagas al anochecer, leyeron juntos innumerables historietas y regresaron a ser médicos. Pero el fogoso carácter de Horacio, su interés por ayudar a la comunidad y sus amores prohibidos lo fueron alejando del senador Maldonado -su padre- y un poco de Rodolfo.
Ahora con su amigo muerto, Rodolfo nos adentra en este pueblo marcado por la violencia, donde el poder es solapado e impune, y termina por descubrir ciertas verdades sobre sus orígenes y sobre el horror de este país.