Robert Aickman, considerado por muchos uno de los más destacados escritores ingleses de literatura fantástica, siempre sostuvo que no escribía cuentos de terror, sino historias de lo extraño, historias que tienen la rara virtud de sumergirnos en una tensa atmósfera envolvente tan inquietante como poética. El primer cuento se introduce con naturalidad en el corazón mismo del mito femenino. "Los trenes", "Che gelida manina", y "Nunca vayas a Venecia" son historias fantasmales, pero no de las que dejan caer un espectro en cada esquina o lugar sombrío, sino de aquellas que nos sumergen sutilmente en un concierto de sentimientos.