Laina sabe que tiene once años; que sus mejores amigos son Maki y Felu; que hay que cuidarse del sol, del viento y de los hoyos negros de la viruela; que a veces le da hambre, mucha hambre, hasta que piensa en el cielo, y que su papá se fue lejos. Pero también sabe que cada vez que sopla una de las flores llamadas diente de león, sus sueños llegan a donde ella desea. Y entonces todos los deseos que guarda adentro, muy adentro, suceden.