"La noche era fría. El montón de estiércol elevado. Yo nunca había despertado al Sol. Madre se encontraba en la puerta de la cuadra y asentía. Ella me creía capaz de todo. Canté. El Sol salió. Yo lo había despertado".
Como siempre, Martin Baltscheit acerca al lector, con ironía y humor, el tema de la vanidad sin caer en ningún momento en la "moralina"