«Ulises volvió su espalda al puerto y siguió el pedregoso sendero que conducía a través del bosque en lo alto del monte hacia el lugar que Atena le había indicado. Un grupo de hombres se había reunido ociosamente en torno a un barril de petróleo dentro del cual ardía una fogata. Masculló un saludo y se detuvo unos instantes junto a ellos, tratando de calentarse las manos. Después entró en la ciudad por un portal de piedra en parte desmoronado.»
«Manguel cruza de un salto las tradicionales barreras de género literario, historia de la literatura, y disciplina académica con un virtuosismo que deja sin aliento. Es el Montaigne de nuestra época y, si envían un nuevo robot explorador a Marte, deberían bautizarlo "Manguel".»
John Sutherlan