ARNICA ESTERL - IL. OLGA DUGINA
Érase una vez un sastrecillo, que de tanto en tanto le daba un mordisco a una deliciosa manzana. El dulce aroma de la fruta empezó a atraer a las moscas y pronto hubo un enjambre que zumbaba a su alrededor y se lanzaba sobre ella. "¡Fuera de aquí, intrusas. Ya verán!", gritó enojado el sastrecillo, "El mundo entero debe saber de lo que soy capaz."