Igual que Ulises emprendió el regreso desde una Troya derrotada a su hogar en Ítaca, y en su periplo encontró obstáculos y tentaciones, la voz que se escucha en estos poemas también intenta pese a las dificultades volver a un lugar que reconoce como suyo: Topanga, que aquí no significa casa sino exilio, sitio de paz para reconectar con todo. En su primer libro de poemas, Enrique Bunbury ha escrito la particular historia de ese viaje. Aquí se busca una casa, pero no solo: en ese proceso en esa odisea se aprende y se desaprende, se reflexiona sobre el mundo que nos rodea y que muchas veces nos engulle, se ama y se intenta comprender. Exilio Topanga cuenta desde la ternura y la ironía, desde la crudeza, desde la crítica social hasta la demora en el paisaje, no postal sino símbolo un viaje del héroe que se comprende como un viaje del antihéroe: en estos poemas se llama por teléfono a personajes que tienen mucho que ver con los de los relatos de Carver, se mira a quienes pasean por las malas calles igual que por los poemas de la generación beat, se sueña un espacio propio en el que confluyan la lírica, la conciencia y la realidad.