Una mujer madura, enferma de muerte por un cáncer de huesos, escribe una larga carta a su hija. Esta vive en Estados Unidos, alejada del infierno en el que se ha convertido su país natal y residencia de su madre: Sudáfrica, un escenario escabroso bajo el régimen del apartheid.
El día en que la protagonista regresa del médico con pésimas noticias, descubre a un vagabundo negro refugiado en su cobertizo, y así da comienzo una relación íntima y ambigua. Ni amigos ni amantes, ambos personajes se acompañan en una etapa personal e histórica especialmente dura.