Ada vive con su madre en la Planicie Sur Occidente, en una pieza precaria. Separan basura en la planta y cultivan a escondidas algunas legumbres. Aunque las aguas negras tienden a inundar sus calles, al menos no habitan en el Subsuelo, lugar del que mucho se rumora, pero poco se sabe. Una noche, agentes de Las Lomas se llevan a Ada en una camioneta sin ventanas y durante días le practican procedimientos médicos que irá entendiendo en la medida en que se concreten ciertos intercambios de la carne. Desde ese momento, empezará a recibir información a cuentagotas de cómo podría escapar de esa existencia opaca y sucia, mientras que el recorrido subterráneo y cimbreante de un río se revelará como una nueva geografía emocional.
A través de una escritura rabiosa, Holguín se sumerge en las oscuras aguas de nuestro presente y encuentra ahí a Ada, quien lucha por confiar en un mundo sin confianza y por seguir adelante a pesar de las corrientes arrebatadas que la sacuden cuando decide no conformarse y cambiar su propia realidad.