La disciplina histórica y, en particular, la historia del arte colombiano han prestado una escasa atención a la mujer y a su relación con el campo artístico. Este libro reivindica a las artistas, entre 1841 y 1910, un actor social que ha sido invisibilizado por el relato canónico de la historiografía del arte en Colombia, el cual ha determinado la idea que tenemos sobre el arte, sus procesos, los artistas, los estilos y las corrientes, entre otros. Este texto explora la manera cómo la mujer accedió a los espacios de formación y exposición y el papel que la historiografía del arte le otorgó a este suceso. Desde un enfoque metodológico y teórico que entiende al género como una herramienta para el análisis histórico, se plantea que las mujeres en Colombia accedieron a un sinnúmero de técnicas y temáticas que fueron propias del ejercicio artístico, con lo que desafiaron las concepciones canónicas que las ponían en un segundo plano como entes pasivos, encasillados en ciertas temáticas, como la religiosa, o en las denominadas artes menores. La exposición de sus obras, en ocasiones diferenciada con respecto de sus "pares" masculinos, lejos de establecerlas como actores segregados, fortaleció la existencia de una pequeña comunidad de artistas que, con su accionar, demandó un equilibrio en términos formativos y de su reconocimiento artístico.