En La obsolescencia del odio, el escritor, poeta y filósofo alemán Günther Anders (1902-1992) acomete una de las reflexiones más agudas e inteligentes sobre el cambio de paradigma histórico en las masacres contemporáneas: ahora se extermina apretando botones, sin odio, ni verdadero ni presunto, en la abstracción más completa.
Los hechos monstruosos que se cometen en estos días en nombre de lo que sea y que aprovechan un sofisticado desarrollo técnico (la técnica atómica, digamos) son hechos sin hombres: ni nosotros combatimos a seres humanos ni somos combatidos por seres humanos, explica Anders. El odio no puede estar detrás de una masacre, ni siquiera detrás del fantasma de una masacre de su sola posibilidad, dado que la contienda, el asesinato, la eliminación ocurren como un momento particular de un proceso con objetivos más amplios. Su motor, sin duda, no será tampoco la maldad, dado que la maldad es en sí misma un propósito. Esos actos inhumanos, calculados, previstos son, en el mejor de los casos, sólo un «trabajo» que obtendrá su moneda a cambio y en cuya realización el hombre interviene hundido en la más pura enajenación.
Según Anders, una explicación que quiera hacer referencia al odio es superflua, porque en este contexto el odio se ha vuelto obsoleto.