Los aspectos físicos del libro pueden limitar la imaginación del artista pero, por otro lado, también pueden convertirse en un buen punto de partida para dar rienda suelta a la imaginación. Después de sumergirnos en un libro y volver a salir de él como quien sale de un sueño, el libro en tanto que objeto parece bastante distinto. Cuando abrimos un libro, las dos páginas que quedan expuestas ante nosotros se convierten en un amplio espacio.
De hecho, son dos espacios separados con sus respectivos márgenes, pero el lector tiende a ignorar el pliegue central mientras lee. Hay una regla tácita en edición según la cual los ilustradores deben evitar dibujar en el centro de las dobles páginas para no interferir en la lectura. Pero ¿qué ocurre si se ignora esa regla?