Con la llegada de Jacob al barrio, los días cambian para el narrador de esta historia. Sus vidas se parecen, tienen la misma edad, son vecinos y los juegos se convierten en momentos compartidos. La alegría parece resuelta hasta el día en que, sin despedirse, la familia de Jacob se muda a otro lugar. Aparece entonces un dolor nuevo que se cierne como una montaña. Es el amor sintiendo la ausencia, podrá pensar el lector, mientras recorre las páginas habitadas por los recuerdos de una infancia que transcurre en un pueblo a la orilla del mar.