Felipe Barreiro dibuja sin parar; dibuja fragmentos de películas y también cosas que ve desde su ventana a las dos de la mañana; dibuja pinturas y volcanes; dibuja seres que se elevan, sin gravedad, hacia densidades espaciales; dibuja peleas de boxeo y ataúdes; dibuja con pasteles grasos porque esta técnica le permite corregir, volver a probar sobre el soporte. Hay algo feroz en su actitud, una suerte de ética de lo inatrapable que está en puja constante con el deber ser, una inquietud que toca todo en su vida y que no permite categorizarlo.