Si las palabras son un remedioes que también son un veneno y desconocemos las dosis los usos, sagrados procedimientos.
El canto que se oye en este libro no es, con fortuna, el del poeta en su pedestal, sino el canto de las voces que rodean el pedestal hasta derrumbarlo. Solo en las ruinas logramos escuchar las ?confusas escalas y arpegios? con los que se arma la memoria. Jorge Francisco Mestre nos recuerda que en un chicharrón cabe ?abundancia, exceso y dicha?, que ?hay guanábanas que son océanos de carne blanca? y que ?es difícil ignorar tanta vida revuelta?.
Música de los abismos moleculares es una celebración del lenguaje cotidiano y de la capacidad de la poesía para ver de nuevo un mundo que nos han querido ocultar. En su desparpajo, en absoluto desdén por las buenas maneras este libro es un dardo sutil a ?las categorías / tan inteligentes y tantas veces tan innecesarias para pensar, para pensar?.
Pero la poesía de Mestre también tiene el dolor que tiene la vida familiar. La intimidad del poemario no está en la vanidad de sus emociones, sino en el lenguaje que nombra y duele. La tarea que se impuso el poeta es celebrar incluso ?el Apocalipsis que al fin / logrará borrarnos del planeta?.