La crisis energética desatada por la guerra de Ucrania ha servido para que salieran a relucir los defectos estructurales del sistema energético europeo. La necesidad de lograr una autonomía estratégica y de reducir la dependencia de los hidrocarburos rusos ha vuelto a poner sobre la mesa a la gran olvidada en los últimos años: la energía nuclear.
Sin embargo, sigue pesando sobre ella un estigma que, como demuestra el físico Manuel Fernández Ordóñez, tiene una base exclusivamente ideológica. Este ensayo pretende poner en valor el papel real que juega la energía nuclear en la sociedad actual. La historia del ser humano es una historia de conquista sobre los recursos energéticos, y la energía contenida en el interior de los núcleos atómicos es sólo uno más.
No encontrarás aquí ninguna confrontación con las energías renovables. La crisis ecológica y la necesidad de una transición energética son innegables, y también que el tiempo de los combustibles fósiles se está agotando y debe dejar paso a nuevas tecnologías más eficientes y sostenibles.
La energía nuclear puede y debe ser, juntamente con las renovables, un elemento imprescindible en esta transición, puesto que es capaz de producir enormes cantidades de energía con un impacto mínimo en el medioambiente. Fernández Ordóñez demuestra que las críticas a la energía nuclear se basan en mitos, y que cualquier intento de descarbonización generalizada de las economías será un fracaso sin ella.
Ahora que hemos despertado del ingenuo sueño de un mundo de energía barata y abundante que dimos por sentado y nunca pensamos que podríamos perder, sólo podemos decir sí a la fuente energética más potente, limpia, fiable y segura que existe.