MARÍA ISABEL SÁNCHEZ VEGARA / IL. HANNA BARCZYK
Philippine Bausch nació en Solingen, una pequeña ciudad alemana, el verano de 1940. Ya de muy pequeña quiso que la llamaran Pina. Sus padres regentaban un hotel restaurante en el que la niña, junto con sus dos hermanos mayores, ayudaba a pelar patatas y hacer las habitaciones. Le gustaba bailar y hacer gimnasia y participó en algunas funciones de ballet infantil. A los catorce años comenzó su formación como bailarina en la escuela Folkwang de Essen y tuvo como maestro a Kurt Jooss, un reconocido coreógrafo que fusionó la danza clásica y la moderna. En 1959 recibió una beca para ir a Nueva York y durante los tres años siguientes estudió y bailó en varias compañías importantes como el Metropolitan Opera Ballet. Regresó a Essen para unirse a la compañía de Jooss, de la que terminaría siendo directora y con la que conseguiría fama mundial. Al principio las coreografías de Pina toparon con cierta incomprensión y rechazo, pero lejos de desanimarse siguió adelante con sus proyectos, que acabaron conquistando al público y a grandes bailarines de todo el mundo. A lo largo de sus cuarenta años como coreógrafa, creó obras novedosas y sorprendentes. Recibió numerosos premios, entre ellos el Kioto, uno de los reconocimientos de arte más importantes. Al comienzo de la película de Pedro Almodóvar Hable con ella se la puede ver bailando y, dos años después de su muerte, Wim Wenders mostró su increíble talento creativo en la película Pina.