Este libro, que pasa por ser uno de los clásicos indiscutibles de la literatura infantil y juvenil, es también una de las obras peor conocidas de todos los tiempos. Poca gente ha leído en realidad el texto original, y sin embargo todo el mundo conoce alguna de las múltiples versiones recortadas y adaptadas del clásico. De todas las ediciones mutiladas, ésta de Media Vaca es seguramente la que ha ido más lejos, puesto que se trata de un libro sin palabras. Es también la primera obra totalmente EN COLORES de la editorial, cuyos libros, además de por su cuidado, se han caracterizado siempre por el uso de las dos tintas.
Trasmutar en imágenes un texto narrativo siempre resulta un reto. Y más si el texto previo cuenta una de las historias más conocidas de la literatura universal. Los únicos procesos válidos para conseguir un tránsito afortunado de lenguajes son la síntesis, la sugerencia y la connotación: y Ajubel se afinca en ellas para entregarnos su delicada versión de Robinson Crusoe y, belleza gráfica aparte, ofrecernos la posibilidad de hacer una lectura de las esencias del texto: el precio de los sueños, el desamparo de la soledad, el ansia del regreso, temas tan antiguos como la misma literatura.
A través de setenta y siete cuadros el dibujante logra armar una historia que se cierra sobre sí misma, como la serpiente que se muerde la cola, pero sabiendo que en realidad ya su cola no es la misma que conocía: el giro es un ejercicio de experiencia que nos recuerda a otro poeta: «nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos». Nunca lo seremos. (Leonardo Padura)