Tayson, nacido y criado en un barrio de inmigrantes en el São Paulo metropolitano, regresa con su familia a El Alto, en Bolivia, tierra de sus progenitores. Su primo, el innominado narrador de la novela, recibe al retornado, que pronto se sumerge en
¿un proceso de asimilación?, ¿en una búsqueda del yo y de la identidad comunitaria?, ¿en la añoranza por el Brasil perdido?, ¿en el deseo de ser aymara? El Alto, que junto a La Paz forma una inmensa metrópoli, encrucijada de tiempos, ancestral y moderna a la vez, es el escenario de esa exploración que lleva a Tayson y a su primo por el dulce infierno de la pubertad y la adolescencia, un viaje de iniciación que, a ritmo de k-pop y cumbia andina, discurre entre luces de neón y monolitos preincaicos, entre una telaraña de barrios encaramados a desfiladeros y el bullicio de los mercados tradicionales. De fondo, el futurista y psicodélico perfil urbano de los cholets. Estamos en la Bolivia chola e indígena y, por ello mismo, lanzada al torbellino de lo contemporáneo.
A través de una sucesión de miniaturas de elevada intensidad poética, Seúl, São Paulo logra situarnos en el lugar de los cruces imposibles y las paradojas, de lo irresuelto, de lo que no acaba de sentirse a gusto en su propio pellejo. Las voces que tejen esta novela piensan, reflexionan, juegan con las palabras de la lengua española, las trituran en el mortero aymara y les extraen un jugo nuevo: el jugo de la literatura que viene, que ya está aquí.