Con ecos de Fahrenheit 451, Un mundo feliz o Blade Runner, Sinsonte es una de las novelas de ciencia ficción más míticas de nuestro tiempo, que se lee como una elegía a los olvidados y un viaje de autodescubrimiento.
Han pasado cientos de años y la Tierra se ha convertido en un planeta sombrío y distópico en el que los robots trabajan y al ser humano solo le queda languidecer, arrullado por la dicha electrónica y la felicidad narcótica. En semejante mundo sin arte, sin lectura y sin niños, la gente opta por quemarse viva para no soportar la realidad. Y es en este escenario donde Spofforth, la máquina más perfecta jamás creada, un androide de duración ilimitada que ha vivido siglos y que en la actualidad es decano de la Universidad de Nueva York, acaricia su máximo anhelo: poder morir. El único problema está en que su programación le impide suicidarse. Hasta que en su vida se cruzan dos personajes: Paul Bentley, un humano que ha aprendido a leer tras descubrir una colección de viejas películas mudas; y Mary Lou, una rebelde cuya mayor afición consiste en pasar horas y horas en el zoo de Brooklyn admirando a las serpientes autómatas. Pronto, Paul y Mary, como dos modernos Adán y Eva bíblicos, crearán su propio paraíso en medio de la desolación.