En Todas las sangres (1964), Arguedas vuelve a pintar ese Perú, hervidero de las más diversas y complejas formas de cultura, paisaje de contrastes raciales y sociales, que sabe representar con exactitud documental, pero sin sacrificar la profunda poesía que desentraña de sus dramas. El crítico Alberto Escobar opina (en La narración en el Perú) que hay una faz del mundo de la sierra, de la gente del Ande, en la que ha penetrado José María Arguedas, y nadie como él, ni antes ni después. La pureza simple de las valoraciones elementales que funden el subjetivismo del personaje con la realidad objetiva, sin deformarla ni suprimir su sello profundamente humano, es su mejor y más original aporte a nuestra narración En la asociación de los valores lingüísticos, estéticos y sociales alcanzados por Arguedas, bien puede significarse la síntesis del más valioso fenómeno operado en la narrativa del Perú del siglo xx. Nos honramos reeditando esta novela del gran escritor peruano, seguros de que habrá de llamar poderosamente la atención por la belleza de su estilo y la profundidad de su tema.