Después de mostrar la Rusia de Putin y la terrible historia de la hambruna provocada por Stalin en Ucrania, Igort continúa utilizando las viñetas para adentrarnos ahora en la cultura japonesa. Esta vez, en Cuadernos japoneses, se aleja de la denuncia social y política para hacer un homenaje a la belleza y a la cultura japonesas. Y es que Igort fue el primer dibujante occidental e italiano en trabajar directamente con la industria editorial japonesa. De sus múltiples viajes, ha recopilado una gran variedad de apuntes, dibujos, notas, cuadernos, bocetos y fotografías, para adentrarse en Japón y en su cultura, país de origen del manga y del anime. «Japón se había convertido para mí en el cofre de los deseos y, sobre todo, en un paraíso para los artistas. Embriagado por las viejas estampas japonesas, me adentré en aquel mundo de símbolos aparentemente sencillos que ocultaba una sabiduría misteriosa. Me había convencido a mí mismo, y a mis editores, de que en otra vida yo había sido japonés. Ellos, ceremoniosos, me habían acogido con una reverencia: "Nosotros, japoneses, estamos felices de trabajar con usted, que a su vez, en otra vida, ha sido japonés." Adoraba a aquellas personas irónicas y sencillas pero entregadas a su trabajo con un rigor disimulado bajo dulces gestos melancólicos. Me entristecía la belleza antigua de tal o cual casa de madera y papel de arroz que divisaba de vez en cuando por mi barrio. Evocaba un pasado muy remoto.»
Igort