Jaime Sabines era de esos escritores convencidos (aunque es suya la frase: "No quiero convencer a nadie de nada") de que la poesía es emoción y de que el poeta, desde la autenticidad poética siempre tiene el deber de transmitir esas emociones: hay que enfrentarse a lo que ofrece la vida y a lo que nos quita la muerte sin que el verso pierda el asombro virginal al hablar de estos temas poéticos. Sin duda, en sus más de treinta años de escritura nos ha enseñado a través de las palabras que, donde hay vida, hay poesía.