«En febrero de 2019, al regresar de mi enésimo viaje a China, sentà que habÃa cumplido con mi cupo de desplazamientos. HabÃa tenido la insolente suerte de pasar casi treinta años recorriendo el mundo, sin contratiempos reseñables y para el mero deleite de mis ojos. HabÃa llegado el momento de aflojar el ritmo. Sin que lo viera venir, un humor más sedentario le habÃa ganado el pulso al deseo de andar todo el dÃa de acá para allá. Aquel mes de marzo, empecé a ocuparme de mi jardÃn familiar, motivado con la idea de inventariar su contenido. Al cabo de un mes de prospección, me di cuenta de que el movimiento perpetuo de la naturaleza y la infinidad de lo diminuto hacÃan de mi empeño una empresa quimérica. Comprendà entonces que, para un observador atento, mi jardÃn de trescientos metros cuadrados es tan vasto como China». Nicolas Jolivot
Dibujando un retrato de su jardÃn y de todo lo que en él mora en el presente, y también de aquello que lo habitó en los más de doscientos años de su historia, Nicolas Jolivot nos lleva de la mano por un viaje en el tiempo. Remontándose a 1821, a los orÃgenes de la parcela y a lo más recóndito de su memoria familiar, relata los momentos clave de la historia de su edén en la tierra. Al mismo tiempo, al ritmo de un viajero sosegado y atento, nos acerca a lo que sucede allÃ, a ras del suelo o en las alturas, a la vida que se despliega en las ramas de un árbol o a la que habita en las profundidades de un pequeño estanque, a lo largo de un año entero.