Simón Bolívar era un hombre menudo pero tenía el magnetismo de un gigante. Sus soldados lo apodaron cariñosamente "Culo de Hierro", porque recorrió a caballo alrededor de 120 000 kilómetros en su gesta para liberar el territorio que hoy componen seis países. Fue dueño de una existencia extraordinaria. Se sabe que era un bailarín consumado y un mujeriego insaciable. Un hombre ilustrado por las lecturas de Montesquieu, Voltaire y John Locke, que sin embargo llegó a creer que los territorios liberados no podrían convertirse en democracias de la noche a la mañana.
Impulsivo, testarudo, lleno de contradicciones, hablaba elocuentemente de la justicia pero no pudo instaurarla en el caos de la revolución. Fue también un dictador y un general brillante cuya historia sigue vigente en Latinoamérica, el lugar que le dio distintos rostros: padre fundador, filósofo, voz de la justicia racial, esperanza del pueblo, modelo para la juventud e instrumento de la revolución, la tierra donde ha sido indio, negro, mestizo y blanco. Bolívar, a 200 años de la independencia, está más vivo que nunca.
Libro plagado de errores, erratas y una hispanofobia ridícula, en este sentido: "La "mirada" anglosajona sobre el mundo hispano", publicado en FAES Nº65 por José María Ortega, y disponible gratis a través de Revistas Culturales de ARCE.
Libro plagado de errores, erratas y una hispanofobia ridícula, en este sentido: "La "mirada" anglosajona sobre el mundo hispano", publicado en FAES Nº65 por José María Ortega, y disponible gratis a través de Revistas Culturales de ARCE.