«Una verdadera obra de arte ha de significar muchas cosas. Cuanto más verdadera sea, más significados contendrá.»
George MacDonald
«Nunca he ocultado el hecho de contemplar [a George MacDonald] como mi maestro
la cualidad que me encanta de sus obras imaginativas resultó ser la cualidad del universo real, la divina, mágica, terrorífica y extática realidad en la que vivimos todos.»
C. S. Lewis
«Uno de los escritores más relevantes del siglo diecinueve.»
W. H. Auden
Pocos autores dejan tras de sí una estela de admiración en otros escritores. Lewis Carroll, John Ruskin, Mark Twain, J.R. R. Tolkien y C. S. Lewis profesaron a George MacDonald su más alta consideración. Amigo de Dickens, Tennyson, Wilkie Collins, Thackeray y Walt Withman, quizá su relación más prolongada y fructífera fue la que mantuvo con Lewis Carroll, quien, gracias a su consejo y a la entusiasta lectura de sus hijos, se decidió a publicar Alicia en el país de las maravillas.
Poeta vidente, como entiende la tradición escocesa y céltica, creía en un mundo más allá de lo percibido por los sentidos, en donde todos los seres de la naturaleza animales, flores y árboles
tienen alma. Sus lectores son todas aquellas personas que aún no han perdido la inocencia: «No escribo para los niños, sino para todos aquellos que son como niños, ya tengan cinco, cincuenta o setenta y cinco años».
Este libro, que empieza con un espléndido ensayo sobre «La imaginación fantástica», recoge sus mejores cuentos de hadas.
El escocés George MacDonald (1824-1905) está considerado junto a su amigo Lewis Carroll el escritor más importante de cuentos para niños de la época victoriana. Escribió decenas de novelas (como Phantastes o Lilith) y numerosos poemas, pero su obra mayor se encuentra en sus fairy tales.
Influido por Novalis, sus cuentos combinan un antiguo trasfondo místico salpicado de juegos modernos, paradojas y absurdos, cercanos a Carroll. Aunque sus temas son los tradicionales de la fantasía, sus historias desprenden un espíritu profundamente experimental y subversivo.