El apasionante género gótico ruso deriva de una amalgama de influencias europeas: la novela gótica inglesa, los cuentos de Hoffmann, las tradiciones del fantástico francés y las diversas escuelas de pensamiento idealista y esotérico europeo. Pocos escritores rusos del siglo XIX escaparon al influjo de la narrativa gótica y de terror. Desde Nikolái Karamzín, pasando por Aleksandr Pushkin, Aleksandr Bestúzhev-Marlinski, Vladímir Odóievski, Aléksei Tolstói, Iván Turguénive y Alekséi Apujtin hasta, ya en el siglo XX, Valeri Briúsov y Andréi Zarin, incursionarían exitosamente en el género.