Defensa de la lectura apela al aprendizaje significativo de la lectura, y la mediación rigurosa y entusiasta que deben hacer de este procedimiento las figuras interpuestas entre los libros y los aprendices de lector. Fundamentalmente maestros y bibliotecarios. Aprendizaje que no admite atajos, que debe nacer de la convicción en el valor de la palabra, de la capacidad de escucha y en la bondad de los buenos libros.