Hay pocas cosas más interesantes y reveladoras que volver sobre el primer libro de quien se convertirá en un gran escritor. Sobre todo si ese debut ha sido a lo grande.
En El libro de Rachel (1973) Martin Amis, entonces veinteañero con aire de Mick Jagger ilustrado, anunciaba ya todo lo brillante que estaba por venir. Novela de iniciación a la vez que terminal, lo que el joven autor se propuso y consiguió según declaraciones contemporáneas a la primera edición fue «evitar el riesgo de convertir la adolescencia en algo tan aburrido como suele ser la adolescencia» y «revelar ese momento en que el sexo se transforma en algo ya fundamentalmente poco misterioso». Misión cumplida.
Lo que cuenta y se cuenta aquí son las idas y vueltas del egocéntrico y disfuncional aprendiz de escritor Charles Highway. Antihéroe y antitodo y a su muy particular manera adorable y adorador, aletea obsesivamente y con el más misógino de los feminismos alrededor de esa mariposa que es Rachel Noyes. Musa a quien desea tanto porque, en verdad, lo que quiere es ponerla por escrito y así, claro, poder olvidarla como persona, habiéndola convertido en personaje inolvidable.