«Gritos de neón hace foco allí donde las innovaciones musicales resultaron más desconcertantes en los últimos años: la música urbana negra. Si en el siglo XX la música dance se sentía como si las máquinas hubieran tomado el control, los avances en tecnología de sonido digital han ampliado de modo radical la capacidad para la expresión humana. En el siglo XXI emerge la voz como zona privilegiada de la aventura artística. Con el Auto-Tune todos pueden prolongar los límites de sus voces y llevarlas hacia formas de belleza extraña, como un crisol alquímico en el que los performers y los oyentes se convierten en ángeles y monstruos.» Del prólogo de Simon Reynolds
Gritos de neón es un manifiesto, un grito de guerra para el nuevo futurismo musical que se anuncia ya en géneros como el trap, variantes contemporáneas del dancehall, el drill o el bashment. ¿Se cansaron de leer a los críticos musicales de siempre repetir que la innovación se terminó? Kit Mackintosh representa a una nueva generación dispuesta a percibir en la experimentación del presente los sonidos del mañana. Tomando como punto de partida el uso no convencional del Auto-Tune para explorar cualidades vocales hasta ahora desconocidas, Mackintosh establece una nueva vanguardia sónica integrada por artistas como Playboi Carti, Travis Scott, Future, Young Thug, Migos y Vybz Kartel.
Estamos frente a un cambio de paradigma. Antes la innovación surgía del avance de los sintetizadores, los samplers y las cajas de ritmo: todo aquello que excluía los rasgos humanos de un paisaje acústico cada vez más maquínico. Pero el Auto-Tune empujó la voz al frente de la actual revolución sonora y ha hecho de la personalidad de los performers su aspecto primordial. Nuestra humanidad ha sido reincorporada al proceso de composición. Podemos seguir llamando a esta nueva música rap, pero la verdad es que no es un nombre adecuado. La música que se crea hoy implica un quiebre con el pasado, tal como lo fue el hip-hop respecto del funk, el house respecto del disco o el rock del blues. Esta original psicodelia vocal constituye un macrogénero en sí mismo, que ya ha producido una cantidad de subestilos y variaciones cuyo rasgo común es un torbellino de voces posthumanas. Déjense intoxicar por sus fluidos alucinatorios multicolores y sus artificios holográficos. El futuro ya no suena ni frío ni robótico. Escuchen esas entonaciones vulnerables y gelatinosas, deformadas tras una niebla de Xanax y codeína. El porvenir de la música será biotecnológico y alienígena, la banda sonora de nuestra propia mutación