"Constatamos que, en efecto, a medida que han crecido las protestas ciudadanas en el continente, el negocio de la represión con estas armas no letales ha florecido y que, en manos de las diversas fuerzas policiales, han dejado una estela de dolor, miles de lesionados y decenas de heridos graves, traumas psicológicos y, también, muertes. Todo lo que se suponía que las armas no letales querían evitar", escribe María Teresa Ronderos en el prólogo.