Índigo escribe para no sentirse sola. Lo que no sabe es que escribe para salvar el mundo.
Índigo vive en la casa Azul con sus padres que no terminan unas tesis eternas, razón por la que jamás han podido salir de vacaciones. Sin embargo, ella pasa su tiempo entre los libros que encontró en un pasadizo de la casa y las aventuras que inventa para Laia, una chica que vive en un mundo de fantasía. El año en que parecía que la familia estaba lista para salir a conocer el mundo, llegó el señor Grumoso para impedir a toda costa el viaje.
En este libro, la ficción se mezcla con la realidad, las niñas son más responsables que los adultos, los amigos aparecen de lugares insospechados y los villanos no son lo que parecen.