JOSÉ RAMÍREZ LOZANO / PABLO OTERO
Toto Murube no había tenido suerte en la vida; de condición humilde, no pudo estudiar, ni siquiera había aprendido a leer. Quizás por eso Toto Murube era un mendigo más, vagando en la gran ciudad. Alguna noche, mientras dormía en el suelo del cajero de un banco, soñaba que su suerte cambiaría y que llegaría a comerse el mundo. Qué ingenuo, ¿verdad? Aunque
a veces, la realidad supera hasta los mismísimos sueños.
Palabras que alimentan no solo el estómago, sino también la inteligencia. Pasó de vagar por las calles a convertirse en el prestigioso cocinero de un restaurante creativo. ¿Qué hay de menú? Cocido de madroños, corbatas a la plancha, peras en verso. . .