Epicuro fue a todos los efectos un filósofo de la vida. Su filosofía, en cuanto medicina para el alma humana, destinada a erradicar los males que siempre han atormentado al ser humano, impidiéndole vivir en paz, está orientada a la búsqueda de aquellos elementos con los que construir una existencia feliz. Si hasta Aristóteles la principal preocupación de los filósofos era definir la "verdad" objetiva, cómo son las cosas, cómo está hecho el mundo, Epicuro cambia la perspectiva y pone al ser humano en el centro. De objeto pasa a ser sujeto. La revolución filosófica llevada a cabo por Epicuro en ruptura con toda la tradición anterior, desde Tales hasta Aristóteles, radica así en haber invertido la relación tradicional entre hombre y cosmos, entre teoría y práctica. No es casualidad que el materialismo histórico de Marx tenga uno de sus fundamentos precisamente en el pensamiento de Epicuro: los filósofos se limitaron a pensar el mundo, pero tanto Marx como Epicuro supieron que se trata de transformarlo. La farmacia de Epicuro obtuvo el Premio Marcello Gigante en 2008.