La máxima de que «cada quien es, a su manera, testigo de su propio tiempo» se hace evidente en José María Quijano Wallis por su «su carrera de hombre ilustrado como escritor, periodista y pensador, y que dejó testimonio de su versión de las cosas porque estuvo siempre cerca de los grandes asuntos, las grandes decisiones y los grandes conflictos en un país que debía proyectarse hacia el progreso, antes que a la desintegración». Eso dice Juan Manuel Cuartas, prologuista de este libro de uno de los mayores intelectuales de la historia del Cauca. Quijano Wallis fue un hombre de acción y de pensamiento (de activismo y de ideas), que antes que entregarse al cultivo de una expresión literaria, como quien obedece a un mandato creativo, se dedicó a plasmar en palabra todos y cada uno de sus intereses de vida; intereses variadísimos de una participación social y política que permaneció, desde la juventud hasta la ancianidad, en completa exposición pública. Así las cosas, Quijano Wallis es, por supuesto, retrato de una época, posibilidad de conocer una versión de la realidad del país, a finales del siglo xix e inicios del xx.