Hay cosas que hieren el alma cuando la memoria las hace resurgir. Cada vez que pensamos en ellas, la garganta se anuda. Cuando las decimos, es incluso peor pues engendran poco a poco, si buscamos compartirlas con aquellos que las escuchan, que alzan la faz, que tienden su rostro, que atienden a lo que vamos a decir, una pena, o al menos, una vergu¨enza que las redobla. Hacen temblar un poco los labios. La voz se quiebra. Dejo de hablar. Pero entonces comienzo a escribir. Porque se puede escribir lo que uno ya no está en condición de decir. Se puede escribir incluso cuando se llora. Lo que no se puede hacer al escribir, cuando uno está escribiendo, es cantar. Pascal Quignard.