A los siete años, mientras le hacía el quite a la muerte en una cama de hospital, Mario Mendoza descubrió los libros y su potencia liberadora con un ejemplar de Cuentos de hadas franceses. En ese momento se volvió lector e inició una amistad inquebrantable con aquellos objetos. Durante sus meses de convalecencia armó su primera biblioteca en un morral y tras recuperarse salió a devorar páginas y páginas de las obras que fueron cayendo en sus manos. De Tintín a Verne pasando por Salgari, entre otros. Se convirtió en lo que él cree que es todo lector: un aprendiz de brujo. Muchos años después, en medio de una pandemia, con la muerte enseñoreada en el planeta, escribió Leer es resistir. Un conjunto de relatos protagonizados por libros, autores y lectores, un llamado vehemente a recordar que leer es una fuerza que significa emancipación, resistencia y resiliencia y que seguiremos leyendo porque las páginas que amamos, en medio del infierno que vivimos día a día, son nuestra única redención posible.