Si, una vez reunidas las siete bolas de dragón, invocaras al dragón Shenlong, ¿qué le dirías? Si tuvieras una lámpara mágica que te concediera lo que le pidieras, ¿qué deseo formularías? Parece que tenemos muchos sueños por realizar, pero si tuvieras la oportunidad de formular un deseo, ¿cuál sería?
No sé por qué, pero cuanto mayor me hago, más me gustan los niños. Los niños, cuando tienen delante las veletas de los deseos del pastel de cumpleaños, tienen una expresión tan sincera y sus deseos son tan graciosos que me conmueven. Escribir un hermoso libro cantando las alabanzas de los deseos, al principio, no entraba en absoluto dentro de mis planes. Pero un caótico otoño, de pronto, la idea se me metió en la cabeza y ya no pude librarme de ella. Me puse a trabajar como un poseso adoptando una vez más la apariencia de un niño inocente para hablarte de algo hermoso que olvidaste hace tiempo.
Si los deseos fueran estrellas, el universo siempre brillaría.
Por suerte, los deseos son invisibles como el aire que respiramos.
Si no, tanta luz nos cegaría.