A veces lo que debería ser nuestro lugar en el mundo se convierte en un fantasma que nos visita cada tanto con el único fin de atormentarnos, y si no hacemos las paces con él, nada, ni el paraíso más bello sobre la tierra ni las personas que nos quieren, serán capaz de reconfortarnos.
Aferrado a la nostalgia y al recuerdo, el autor tritura la Barranquilla de su adolescencia: las largas caminatas sin sombra, el baile como momento culmen de la conquista, el walkman que le dejó su primer trabajo, los besos que nunca dio. Así, se embarca en el extenuante ejercicio de repasar para no olvidar y lo hace narrándolo todo, todo lo que fue y lo que debió ser.