Dos acontecimientos de los años veinte marcaron profundamente el pensamiento político de Hannah Arendt. Al primero de ellos lo denominó el «shock filosófico» la filosofía de la existencia de Jaspers y de Heidegger y, al segundo, el «shock de la realidad» la consolidación del movimiento nacionalsocialista en Alemania, el surgimiento del totalitarismo. Ambas experiencias ponen en movimiento su necesidad de comprender, un intento incesante de traducir al lenguaje de la experiencia el peligroso y a menudo brutal choque del hombre moderno con los hechos.