UN TESTIMONIO ESTREMECEDOR DEL HOLOCAUSTO QUE NO DEJA DE CONMOVERNOS.
Shlomo Venezia tenía 21 años cuando fue deportado junto a su familia a Auschwitz. Como era joven y fuerte, fue uno de los elegidos para formar parte de los Sonderkommandos, las brigadas de prisioneros judíos que, bajo la supervisión de los SS, sacaban los cadáveres de las cámaras de gas y los quemaban. Este infame trabajo les valía pequeños privilegios en ropa y comida. Aunque la mayoría de quienes formaron parte fueron asesinados para que no se convirtieran en incómodos testigos, el autor de este libro logró sobrevivir y nos lega un relato único de cómo funcionaba la bárbara maquinaria de muerte nazi.
Un libro sobrecogedor, de una demoledora sinceridad, que reconstruye minuciosamente la vida cotidiana en un campo de exterminio. Un testimonio valiente y aleccionador de una víctima que se vio obligada a colaborar con sus verdugos.