En los diez relatos que componen este libro, Gabriel Alzate explora el lugar donde habitan la tristeza, el desencanto y la locura. Nos encontramos, por ejemplo, con una mujer internada en un sanatorio, abstraída de la realidad; con otra que enfrenta conflictos maritales; con un hombre que, tras perder su trabajo, se encierra en un cuarto, tal vez para siempre, y con un tío atormentado por no poder ser padre.
Todos ellos son personajes ausentes, marchitos, cuya existencia transcurre en una dimensión que las palabras no logran abarcar completamente. Y es quizá por esa razón que las historias de Alzate están atravesadas por insinuaciones y silencios; el autor crea un equilibrio perfecto entre lo dicho y lo no dicho, y lleva al lector a llenar los espacios vacíos, con la esperanza de llegar a comprender lo más profundo de su condición.