Cierto astrólogo me dijo una vez que el signo zodiacal que presidía la casa de mi nacimiento indicaba, entre otros accidentes, temerarios peligros en viajes de mar, y yo sonreí con dulzura porque no creía en la influencia de los astros; de manera que al iniciar mi viaje hacia Panamá ni por un momento se me ocurrió que me aguardaban aventuras tan tremendas como las que me permitirían compaginar la presente crónica.
El mar, un barco maldito, un viaje de placer por el Pacífico, una galería de inolvidables personajes y un vertiginoso descenso hacia las profundidades del alma humana. Estos son los ingredientes con los que Roberto Arlt, haciendo gala de una deslumbrante y poderosa imaginación, cocina una obra inolvidable.