Este poemario empieza con una hoja de ruta: el presente, el pasado y el futuro en las diez direcciones, y una intención: escribo para soltar, para entregarme. Con ese camino se abren las posibilidades, no solo de lectura y de temáticas, también y de forma aún más primordial, de necesidades políticas, espirituales y afectivas profundas. Se desdobla el espacio-tiempo y como una flor de loto, encontramos las capas de una gran poesía, que no es grande porque cumpla con un canon absolutista, sino porque conmueve intensamente.
-Violeta Gómez