Viivimos en un mundo diverso pero cerrado, donde las opiniones y las costumbres que se aprueban en unos lugares y en unas épocas están prohibidas en otras. Muchas cosas, consideradas antes como crímenes, han salido hoy de su clandestinidad y ya no escandalizan a nadie, pero el acto de matar a un hijo sigue siendo inconfesable e imperdonable. No pretendo justificarme. He visto hasta qué punto soy capaz de juzgarme.